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lunes, 30 de mayo de 2016
DISFUNCION ERECTIL
QUE ES LA IMPOTENCIA SEXUAL
La impotencia sexual masculina o disfunción eréctil es la incapacidad persistente para conseguir o mantener una erección que permita una relación sexual satisfactoria.
Debe diferenciarse de otros problemas sexuales, como son la falta de deseo, las alteraciones de la eyaculación (eyaculación prematura, eyaculación retrasada y ausencia de eyaculación) o los trastornos del orgasmo.
La impotencia o disfunción eréctil es una enfermedad frecuente que si no se trata puede llegar a afectar a las relaciones con la pareja, la familia, el entorno laboral y social. Todos los hombres pueden llegar a tener problemas para tener una erección en su vida, especialmente si están cansados, tienen estrés, una enfermedad grave o están bajo los efectos del alcohol y las drogas.
Causas
La impotencia o disfunción eréctil puede originarse por:
Causas psicológicas
En estos casos, el pene no presenta ninguna alteración física, sin embargo, enfermedades como la ansiedad (provocada con frecuencia por el miedo a no conseguir una erección o a defraudar a la mujer), la depresión, los problemas con la pareja e incluso el estrés pueden afectar al acto sexual.
También la preocupación excesiva por los problemas laborales, sociales o familiares implican que no se dedique la atención necesaria al acto sexual. La fatiga, la inapetencia, la falta de ejercicio, el insomnio o un fracaso laboral también desequilibran los reflejos sexuales.
Causas vasculares
Este tipo es muy habitual. El pene no puede acumular la sangre necesaria para que se dé una erección, generalmente porque no llega en suficiente cantidad. Fumar, la hipertensión arterial, la diabetes, algunas enfermedades cardiacas y aumento en los niveles de colesterol en sangre pueden provocar trastornos vasculares que dificulten la erección.
Causas neurológicas
En estos casos se produce una interrupción en la transferencia de mensajes del cerebro al pene porque existe una lesión en los nervios implicados. Esto ocurre con las lesiones de la médula espinal, la esclerosis múltiple o tras algunas intervenciones quirúrgicas en la pelvis.
Causas hormonales
Son poco frecuentes. Generalmente se deben a una falta de hormonas sexuales masculinas.
Causas farmacológicas
Existen varios medicamentos que tienen como efecto secundario disminuir la capacidad de tener una erección. Entre ellos hay algunos fármacos para tratar la hipertensión, las enfermedades cardiacas y los trastornos psiquiátricos.
Síntomas
El principal síntoma de la disfunción eréctil es un cambio en la calidad de la erección, tanto en términos de rigidez, como en la capacidad de mantener una erección.
Si la impotencia se origina por causas físicas, uno de los principales indicadores en la incapacidad para tener o mantener una erección al despertarse por la mañana.
En cambio, si se origina por causas psicológicas, la impotencia suele producirse durante un periodo de tiempo concreto (mientras dure la situación de estrés, por ejemplo). Si persiste durante más de tres meses el paciente deberá buscar un urólogo especializado en impotencia.
Prevención
La principal medida que los hombres deben tener en cuenta para evitar la aparición de la disfunción eréctil es la modificación del estilo de vida para evitar cualquier hábito que repercuta negativamente en las arterias y las venas, como fumar, el consumo de alcohol y grasas saturadas, la vida sedentaria y el estrés.
Tipos
En la actualidad, algunos expertos establecen la siguiente clasificación para distinguir los distintos tipos de impotencia:
Impotencia coeundi: Es la imposibilidad para mantener un coito.
Impotencia erigerandi: Incapacidad para lograr la erección del pene.
Impotencia generandi: Incapacidad de procrear aunque se produzca la penetración.
Impotencia psíquica: Cuando la erección depende de problemas mentales y no físicos.
Diagnóstico
Para la elaboración de un diagnóstico correcto es necesario que el paciente se someta a revisiones médicas que permitan elaborar un buen historial clínico.
Una entrevista con el afectado puede revelar factores psicológicos involucrados en el trastorno de la erección. Resulta fundamental descartar la depresión, que no siempre es aparente. La escala para la depresión de Beck y la escala de depresión geriátrica de Yesavage en los ancianos son sencillas y fáciles de realizar.
También se deben analizar las relaciones personales, si existen conflictos o dificultades de comunicación con la pareja, por lo cual una entrevista con la pareja sexual del afectado puede revelar datos de suma importancia.
En la valoración médica general se debe incluir una historia sobre ingesta de fármacos, alcohol, tabaquismo, diabetes, hipertensión y ateroesclerosis, una exploración de los genitales externos para descartar presencia de bandas fibrosas y una valoración de los signos de enfermedades vasculares, hormonales o neurológicas.
Los especialistas recomiendan medir los niveles de testosterona, especialmente si la impotencia está asociada a la falta de deseo.
Entre las pruebas de laboratorio se debe incluir la valoración de la función tiroidea. También puede resultar útil determinar la hormona luteínica, ya que resulta difícil diagnosticar un hipogonadismo en función de los valores de testosterona exclusivamente.
En el caso de pacientes jóvenes con problemas específicos puede ser necesario realizar pruebas más complejas además del examen físico, como una medición-monitorización del pene durante la noche, la inyección de medicamentos en el pene, o una eco-Doppler.
Determinar los índices vasculares es especialmente beneficioso para realizar un diagnóstico correcto, como el índice de presión peneana-presión braquial que indica riesgo de otras alteraciones vasculares más graves, incluso en pacientes asintomáticos.
Cuando la causa no está clara puede resultar eficaz realizar una prueba de tumescencia nocturna del pene (TNP), aunque no suele funcionar en pacientes ancianos. Los episodios de TNP se suelen asociar con las fases de sueño REM. Se pueden controlar las erecciones del paciente en un laboratorio del sueño especial; la ausencia de las mismas es altamente sugestiva de causa orgánica, aunque su presencia no indica de forma necesaria que durante el día se tengan erecciones válidas.
La disfunción eréctil afecta a casi el 20 por ciento de los hombres mayores de 20 años.
Tratamientos
Muchos médicos sugieren que la elección de los tratamientos contra la impotencia o disfunción eréctil que han de seguirse debería ir de menos a más invasivo. Primero, el abandono de drogas; segundo, psicoterapia y modificación de comportamientos; luego, aparatos de vacío o fármacos; y, por último, cirugía.
La ayuda psicológica es recomendable en hombres de menos de 40 años, ya que en estos casos la causa de la enfermedad suele ser mental. Incluso en casos de impotencia por problemas físicos, muchos hombres necesitan ayuda psicológica para poder superar problemas de autoestima derivados de esta enfermedad.
Según las pautas de la Sociedad Americana de Urología, los inhibidores de la fosfodiesterasa oral tipo 5, son la terapia en una primera línea y los siguientes agentes a tener en cuenta para un correcto tratamiento farmacológico:
El tadalafilo: Comercializado como Cialis, actúa aumentando el flujo sanguíneo en el pene en presencia de estimulación sexual. Hay que ingerir este fármaco 30 minutos antes de mantener una relación sexual y su eficacia puede llegar a las 24 horas después de la administración. La ingesta alimenticia no afecta a la absorción del fármaco. Los efectos secundarios son en general leves o moderados: dolor de cabeza, rinitis, enrojecimiento facial o dolores musculares.
El vardenafilo: Comercializado como Levitra, actúa aumentando el flujo sanguíneo en el pene siempre en presencia de estimulación sexual. Su administración debe realizarse entre 25 y 60 minutos antes de comenzar la relación sexual y su efecto dura hasta 12 horas. Los efectos secundarios de esta medicación son leves y van desde el dolor de cabeza y náuseas hasta mareos o rinitis. Hay que tener en cuenta que la concentración del fármaco en sangre se retrasa si se ingiere una comida con alto contenido en grasa.
El sildenafilo: Conocido como Viagra, actúa potenciando el riego sanguíneo del pene, facilitando así la erección. Se ha comprobado su efecto positivo en un 40-80 por ciento de los hombres. Debe tomarse una hora antes de empezar la actividad sexual y no tiene ningún efecto indeseado sobre el deseo sexual. Sin embargo, puede provocar efectos secundarios, como dolor de cabeza, sofocos, trastornos gastrointestinales o visuales. No pueden tomarla hombres que sufran de retinitis pigmentosa o que estén tomando nitratos. En cualquier caso, antes de empezar a tomar esta píldora siempre hay que acudir al médico.
El avanafilo: Cuyo nombre comercial es Stendra, actúa mejorando la vasodilatación, responsable de que la sangre llegue de forma adecuada al pene para producir así la erección. Se trata de un fármaco que permite mantener una erección en tan sólo 15 minutos tras su ingesta. Éste es uno de los puntos a favor del avanafilo frente a la viagra que, pese a la efectividad de sus efectos, adolece de un tiempo de actuación excesivo que va entre los 30 y los 60 minutos según el paciente.
OSTEOPOROSIS
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